Ayer fue una de esas noches en las que la cordura pareció imponerse. El estreno de la serie Hispania de Antena 3 superó en número de espectadores y en cuota de pantalla a la tv movie sobre Felipe y Letizia que emitió Telecinco.
Tras una semana de cambios en las parrillas por parte de ambas cadenas, de contra programarse mutuamente para proteger sus apuestas, anoche el público dio como vencedores a los romanos (4.768.000 espectadores, un 22,7% de share ), si bien, fue un duelo bastante igualado (4.270.000 seguidores, lo que se tradujo en un 20,9 % de share).
Y todo contrapronóstico. La victoria de Hispania fue tan sorprendente como la mala calidad de la tv movie. Desde hace tiempo en la televisión se tiende a la emotividad, al valor humano de los programas. Nada ocurre al azar, detrás de cada programa, de cada serie o concurso, hay una intención. Los mensajes no son inocentes. Que Telecinco se decida a hacer una tv movie sobre los Príncipes de Asturias no es casual. No es porque la cadena se haya envuelto en la bandera de la monarquía. Más bien será porque Telecinco juega como casi ninguna televisión con la función de entretener al público. Sabe que el morbo vende. Y le funciona el uso de la emotividad, consiguiendo "enganchar" a millones de espectadores a una historia que no ofrecía nada nuevo, bajo el sugerente título de 'Letizia: la transformación de una princesa'.
Toda su parrilla se articula en torno al valor humano, a la emotividad, a lo irracional, a lo visceral. Son estímulos recurrentes que emplean en todos sus programas y de los que no se libran ni los informativos cargados de soft news, no vaya a ser que la gente se asuste.
Y todavía hay que oír a voces tan autorizadas como algunos colaboradores de Sálvame decir que ellos están ahí para que la gente se olvide de sus problemas, para evadirlos de la realidad. Y claro, de tanta evasión, uno acaba preocupándose más por el no-divorcio de Belén Esteban que por la cotidianidad de su vida.
Anoche, se le ofreció al público la posibilidad de realizar un ejercicio de voyeurismo, rebuscar en la vida de los Príncipes, saber los entresijos de la Familia Real, pero sin caer en la cuenta de una obviedad. En la serie, se recrearon conversaciones tan íntimas que era imposible que alguien hubiera escuchado, y no me imagino a Don Felipe llamando a Mariñas para contárselo. O es que quizá, se lo inventaron. Todo sea por la ficción.
Los productores de contenidos juegan con algo que saben que funciona, la irracionalidad. Puede ser porque en nosotros haya más de emotividad que de racionalidad. Los acontecimientos que despiertan emociones gustan, provocan una catarsis que nos vincula irremediablemente a ellos. Y seguramente no seamos nosotros los culpables, ¿o sí?. El circo continúa.
Que verdad mas grande...menos "princesa del pueblo" Belen Esteban y mas procrear...que nos fundimos en un pais viejo.
ResponderEliminarNACHO CRACK!!!!!!!!!